La educación es considerada un pilar fundamental que influye de manera significativa en la vida de las personas y en las sociedades, la cual, además de ser un derecho humano esencial que todos deberíamos poder ejercer a lo largo de la vida, contribuye a definir el presente y, a la vez, a sustentar la apuesta hacia un mejor futuro.
A nivel individual, la educación se hace evidente en nuestra capacidad para ver y entender el mundo, mediante el desarrollo de los conocimientos, habilidades y valores para un mejor desempeño personal y como miembros de una sociedad. Desde esta perspectiva, diversos factores se han vinculado con la educación, como la movilidad social, la salud y los ingresos, por mencionar algunos.
Una mayor escolaridad, se considera provee más posibilidades de obtener un empleo, de alcanzar ingresos y condiciones laborales más favorables, además de mayor estabilidad laboral. En un estudio realizado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) sobre las condiciones laborales de los jóvenes, se identificó que por cada 100 pesos que un joven con carrera universitaria gana por su trabajo, quien cursó hasta secundaria sólo recibe 781. Asimismo, el IMCO menciona que el ingreso promedio de quien tiene una licenciatura es 67% más alto que el de los trabajadores con preparatoria, además de que alcanzan con más frecuencia puestos de mayor jerarquía2. Sin duda, los ingresos influyen en la calidad de vida de las personas, por ello, la educación es considerada una buena inversión.
Por otra parte, para la sociedad el impacto de la educación es vital, y se le vincula con atributos de gran valor como la democracia, el estado de derecho, la participación ciudadana, el crecimiento económico, el desarrollo sostenible, la reducción de las desigualdades, la innovación y la cultura, entre otros.
De ahí que se considera los sistemas educativos y de investigación, juegan un papel muy importante en el nivel de desarrollo que alcancen los países, y por ello, no es de extrañar que exista una expectativa tan alta sobre la educación.
Sin embargo, para que la educación aporte los beneficios esperados, en nuestro país sigue latente la necesidad de superar los retos históricos relativos a cuatro aspectos fundamentales:
· La calidad de la educación, de manera que independientemente del contexto geográfico, económico o social donde se lleve a cabo, la educación sea de calidad para todos, superando las disparidades existentes.
· La cobertura, a fin de que la población tenga acceso, participe y también agregaría, permanezca en los servicios educativos, hasta la conclusión de sus diferentes ciclos, grados y niveles educativos.
· La equidad, en términos de la igualdad de las oportunidades y condiciones para que todos los estudiantes se beneficien de la educación, pues se espera que ésta llegue a ser un patrimonio al alcance de todos, un bien común mundial y a lo largo de la vida.
· La pertinencia, para que la educación sea útil y relevante para el desarrollo personal y social, y esté vinculada a las necesidades actuales y futuras en el contexto de las diferentes comunidades y regiones, así como de los diferentes sectores, como el productivo y el social. En este tema, durante décadas se ha hablado de la importancia de la vinculación entre las instituciones educativas del nivel superior y las empresas, para que la formación de los estudiantes guarde congruencia con las necesidades de los mercados laborales; sin embargo, en este aspecto, hoy en día todavía hay mucho por hacer.
Lograr que la educación sea un arma poderosa para transformar positivamente la vida de las personas y la sociedad, requiere resolver plenamente y con un claro sentido de urgencia estos temas fundamentales; pero esto no será suficiente, por lo que, a la par, y con un profundo espíritu autocrítico y muy altas miras, tenemos que idear y construir el futuro que deseamos y necesitamos para la educación, guiados por una visión de largo plazo, integral e innovadora, que transforme de fondo los paradigmas cuya existencia no se justifique más.
La UNESCO ha señalado que: “actualmente la forma en que organizamos la educación en el mundo entero no basta para garantizar sociedades justas y pacíficas, un planeta saludable y un progreso compartido para todos”. Y que, para forjar estos futuros, de cara al 2050, es necesario transformar la educación misma.
Idear el futuro de la educación es un reto desafiante y provocador, que nos obliga a cuestionar lo que hemos venido haciendo en sus diferentes niveles, para identificar aquello que sea pertinente mantener y consolidar, pero sobre todo para repensar muy seria y creativamente, los nuevos caminos por los que debe transitar la educación, a fin de que cumpla a cabalidad, con su relevante papel en la sociedad.
Por ello, resulta muy alentador saber que en nuestro estado está en marcha una iniciativa orientada a perfilar y definir las estrategias que conduzcan exitosamente a Querétaro en su ruta hacia el 2050, bajo un enfoque integral que abarca sus distintos ámbitos de desarrollo, incluido el educativo, y contando con el involucramiento de los diferentes actores sociales, debidamente representados. Esta actitud de anticipación constituye un acto de responsabilidad y hace patente el compromiso no solo con las generaciones presentes, sino también con las futuras, lo cual tendrá qué rendir muy buenos frutos.
Nada más fascinante que tener la valiosa oportunidad de imaginar y crear para un propósito que encierra tal trascendencia.